Anatheóresis también
incide especialmente en el momento del nacimiento, dada la especial
susceptibilidad a los impactos traumáticos. No obstante, hay que indicar que,
esos impactos pueden ser tanto originales, como también análogos a algunos ya
sufridos dentro del vientre.
Para la medicina
ortodoxa, el momento del nacimiento no deja de ser sino un hito entre el ser y
un casi no ser. Y ya es inaudito en sí mismo, que sea la medicina la que se
encargue del acto del nacimiento, como si la mujer embarazada fuera una
enferma, pero de hecho así se la trata y por ello se realiza generalmente en
hospitales.
Para los implicados en el parto, únicamente
madre e hijo, será un momento íntimo, único y mágico en sus vidas. Es el
momento que elige el bebé para salir, el momento en que la madre responderá
mediante contracciones empujando a su hijo hacia el túnel de vaciamiento,
momento en que se produce una intensísima explosión de endorfinas (hormona de
la felicidad) en ambos sujetos -y de oxitocina (hormona del amor) en la
madre-pero también el momento en que la piel del bebé se activará al pasar por
el túnel de vaciamiento. Y ya fuera, se traduce en un trance cumbre, cuando por
fin se encuentra cara a cara con su madre -y la mira a los ojos por primera
vez- cuando sentirá, también por primera vez, su piel contra la de ella.
Pasados
unos instantes, podrá succionar su primer líquido templado y dulce -el
calostro- que por otra parte, dicho acto, también volverá a provocar otra
inyecta de endorfinas en madre e hijo (y de oxitocina en la madre), hormonas
que además recibirá a través de la leche. Y recordemos, que son las mismos
hormonas que se liberan en el orgasmo.
Este proceso en la
actualidad, como habrán supuesto, solo es un cuento. El momento del parto,
actualmente pasa por una serie de vicisitudes que nada tienen que ver con
nuestra condición de mamíferos.
La medicina trata a
la madre como si los nacimientos hasta la época moderna solo hubieran sido
posibles gracias a una increíble sucesión de causalidades benévolas, y por
tanto, ha decidido tomar el mando de ese proceso.
Ya no es el bebé
quién decide cuando tiene que salir, a la madre tampoco se le dan demasiadas
opciones. La percepción en la sociedad actual es que ese proceso es muy
doloroso y poco gratificante para la madre, por lo que lo deja en manos de los
médicos, y al bebé ni se le tiene en cuenta.
La privacidad
literalmente ha desaparecido; médicos, enfermeras, comadronas y, posiblemente,
el padre cámara en mano, pululan alrededor de la madre. Madre que,
literalmente, tiene totalmente activado su neocortex y su Sistema Nervioso
Simpático, con lo que la inyecta en su cuerpo de hormonas estresantes, es la
consecuencia inmediata, e inhiben la producción, a su vez, de endorfinas y
oxitocina.
Cuando en realidad, solo debería tener
activado el Sistema Nervioso Parasimpático, básicamente estar en modo
relajación. Por lo que relajar el canal de nacimiento, es sumamente complicado,
por ello cada vez se recurre más a la "ayuda" de medicamentos, desde
relajantes sintéticos hasta anestesias totales. Tampoco ayuda en absoluto, que
a la parturienta se la coloque en posición horizontal -que sepamos la gravedad
va hacia abajo-, con lo que el sobreesfuerzo en madre y bebé se multiplica.
Dada la poca relajación que alcanza la madre, se producen muchos atascos que
son solventados con diversas técnicas invasivas; medicamentos, cesáreas,
fórceps, ventosas, episiotomía, etc.
En el momento del
nacimiento, el bebé es impactado por luces a las que sus ojos no han podido
acostumbrarse, voces que estallan en sus sensibles oídos y el corte del cordón
umbilical antes de que deje de latir.
El cordón umbilical,
deja de latir en aproximadamente media hora, y es un mecanismo de defensa, por
si durante esos primeros momentos ocurre algún
percance.
Pero nacido ya el
bebé, tampoco es el que el panorama sea más halagüeño, se le llevan para pesar,
medir, lavar, vestir, etc. con lo que el momento de ver y sentir a su madre, se
alarga inexplicablemente en el tiempo.
Todos estos,
llamémosles, contratiempos, originan en el bebé una serie de brutales impactos
emocionales, que en la práctica clínica de anatheóresis descubrimos
constantemente. Además, hay que tener en cuenta, que el bebé en esos momentos,
dada la sobreexcitación a la que es sometido,
produce la mayor inyecta de hormonas estresantes que tendrá en su vida. De
hecho, si un adulto generara tal cantidad, podría morir.
No obstante,
lentamente, las cosas parece que van cambiando, y aunque el frío y poco amable
parto hospitalario siga siendo la norma común, se va respetando más el hecho de
que como mamíferos, se requiere en esos momentos, privacidad, relajación,
contacto y calor emocional entre madre y bebé.
Es creencia común en
la sociedad, que el parto hospitalario es mucho más seguro que el parto natural
en el propio hogar, pero los datos científicos demuestran precisamente todo lo
contrario.
La Dra. Marjorie Tew,
famosa ginecóloga británica, realizó en un macroestudio en 1985 para demostrar
la bonanza del parto hospitalario, pero los resultados demostraron precisamente
todo lo contrario. (Tew, 1985).
En el siguiente
cuadro se detallan los resultados de dicho macroestudio, el ratio es muertes por
cada 1000 parturientas:
Nivel de riesgo Parto en hogar con partera
Parto en hospital
Muy bajo
3.9 8.0
Bajo 5.2 7.9
Moderado 3.8 32.0
Alto 15.5 53.2
Muy alto 133.3 162.6
Total 5.4 28.0
Marjorie Tew,
concluyó que la intervención obstétrica puede salvar la vida de algunas mujeres
y bebés, pero en la mayoría de los casos la intervención obstétrica aumenta el
riesgo de manera significativa. (Tew, 1998).
Muchos estudios
posteriores vienen a avalar este supuesto, incluso con diferencias mucho
mayores a favor del parto en el hogar.
Un artículo muy
interesante con varios estudios en ese sentido, es el de la antropóloga y
partera canadiense Marie Tyndall, "Mortalidad materna: La Maternidad
Segura se encuentra en el Protagonismo de las Mujeres mismas". Y por
supuesto, la obra del Dr. Michel Odent. (Odent, 2008, 2009, 2011).
Por otra parte, sobre
la posibilidad de daños emocionales en esos momentos, ya Freud en 1916
("Lecciones introductorias al psicoanálisis", lección 25: la
angustia): Señala que la angustia es un estado afectivo, y habla del nacimiento
como el suceso que deja tras de sí dicha huella. También su discípulo Otto
Rank, detallaba, en 1924, que era un momento crítico y altamente traumático.
(Rank, 1981).
En la actualidad, ya
son muchos los que teorizan sobre este aspecto, quizás el que más y mejor ha
expuesto este problema, sea el adalid mundial del parto natural, el Dr. Michel
Odent, del que, asimismo, habla en toda su obra. (Odent, 2008, 2009, 2011).
www.grau.anatheoresis.com
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